Día 22 de Mayo
Santa Rita nació cerca de Casia, Italia, el 22 de mayo de 1381 y murió en la misma fecha del año 1457. De niña quería dedicarse a la vida religiosa, pero como sus padres eran muy ancianos y deseaban que se casara, ella les obedeció y contrajo matrimonio con un tal Fernando, un individuo cruel y violento que la sometía constantemente a castigos. El hombre sólo cambió cuando nacieron sus dos hijos mellizos, Juan y Pablo.
Eran tiempos de guerra entre las familias de Italia. Había dos bandos, los güelfos, partidarios del Papa, y los gibelinos, partidarios del emperador. La familia de Rita era del bando güelfo.
El clima en toda Italia era de violencia y cundían los asesinatos y las venganzas. Fernando fue muerto en una emboscada y la familia de Rita, incluidos sus hijos, se propuso vengarlo. Ella trató de convencerlos de la necesidad de aplicar el perdón cristiano, pero ninguno podía hacer que el odio se apartara de sus corazones.
Rita rezó a Dios, diciéndole que prefería ver a sus hijos muertos antes que convertidos en asesinos, y el Señor le concedió el terrible pedido. Ambos muchachos murieron como consecuencia de una enfermedad.
Aquí comenzó otra etapa de la vida de la santa. Quiso entrar en un convento, pero la superiora le Impuso una misión antes de ser admitida: debía visitar a los parientes enfrentados y realizar la pacificación de las familias, inclinando a todos al amor y a la paz. En un comienzo la trataron de loca y de instigadora de odios, ya que con su prédica avivaba las heridas de la tragedia, pero poco a poco pudo llegar a pacificar a las familias.
Una ceremonia pública selló el abrazo de todos. Los jefes de la familia fueron convocados al templo de Casia y se dieron el beso de la paz, por el amor de Dios y la remisión de los propios pecados. La pacificación abrió a Rita las puertas del monasterio, también hizo que quedara signada ante los ojos de la feligresía como patrona de lo imposible.
Santa Rita sufrió como esposa, como madre y como religiosa. Pidió a Jesucristo compartir su dolor, y Nuestro Señor la escuchó. Porque padeció, la llamaron abogada de lo Imposible. Cuando Santa Rita falleció, muchas personas que padecían enfermedades incurables sanaron con sólo tocar su cuerpo. Y así es como el culto a Santa Rita ingresaba en el alma de los creyentes.
"Gloriosa y bienaventurada,
Santa Rita de Casia,
amada protectora mía,
postrado a vuestros pies
con toda humildad y rendimiento,
os suplico por Nuestro
Señor Jesucristo, os dignéis
interponer con su adorable
Majestad vuestra eficaz
y poderosa intercesión,
para que, mediante ella
y vuestros grandes méritos,
consiga yo de mi Dios
y Señor la gracia de agradarle,
amarle y servirle, y una total
resignación en su voluntad.
Amén.
Estampitas de Santa Rita de Casia
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